viernes, 30 de mayo de 2014

Dilemas contemporáneos sobre la predestincación


1. Un marco constructivista para la doctrina de la predestinación
2. Predestinación en la Biblia, Westminster y en el debate Barth-Bruner
4. Este no puede ser el mundo que Dios predestinó 
1. La libertad humana
“A menudo se señala que el problema del libre albedrío es el único problema filosófico interesante e incluso cautivante”[xiv]
La tragedia griega (piénsese en Edipo) desde siempre estuvo obsesionada por el tema del determinismo: el hombre se encuentra sujeto a las disposiciones arbitrarias de los dioses pese a cualquier esfuerzo que realice. Epicuro criticará este modelo hablando de que los átomos constituyentes del cosmos, pese a estar sujeto a leyes, llegan a presentar “desviaciones”. La filosofía griega se debatirá entre la contingencia y la libertad frente al determinismo transmundano. Con el advenimiento del cristianismo y particularmente desde Agustín, la teología cristiana legitimó el determinismo en detrimento del “libre albedrío”, sin duda dos opuestos.

Como nuevamente observa Brueggemann, la mentalidad del cristianismo occidental altamente influido por Aristóteles, no puede tolerar las contradicciones conceptuales,  eliminando así  “lo más interesante” del proceso interpretativo”. Esta intolerancia hacia las contradicciones lleva a la teología a “solucionar” o “sintetizar” los opuestos. Tomás de Aquino ensayara la síntesis libre albedrío-predestinación diciendo en primer lugar que la predestinación es un asunto de “la providencia particular sobre el hombre de cara a la vida eterna”. Es decir, la predestinación se refiere exclusivamente a la salvación de los seres humanos. No se ve un detrimento en el libre albedrío el hecho de que exista una determinación causal (Sum. Theo, I / 1 23)[xv]. Si bien el Maestro Angélico no resuelve del todo este dilema, no apela inmediatamente al “misterio” para su argumentación, sino que, hasta donde puede, lo afronta con lo que considera  la razón natural. Esta forma de tratar el asunto, si bien es incompleta es mejor que muchas propuestas evangélicas actuales que le dan la vuelta a la reflexión teológica argumentando el misterio.

No creo que el problema entre predestinación y libertad humana, a todas luces temas opuestos, llegue alguna vez a una síntesis; en vez de eso propongo mantener la tensión sin miras a una conclusión definitiva y en beneficio de un continuo debate. Lo que si quisiera es no centrarnos en cuestiones metafísicas y dirigir la atención hacia el suelo histórico y social.

Quiero llamar la atención hacia el “Yo responsable” del que habla el filósofo cognitivista Daniel Dennett en un intento de revalorar el libre albedrío. Es innegable que los seres humanos se ven insertos en un mundo en del cual inicialmente no pueden decidir nada (el nacimiento, la familia, el idioma, etc.). No obstante, conforme el individuo se desarrolla, se vuelve capaz de decidirse y autoconstruirse. Para Dennett este Yo responsable es uno que parte de “elecciones inicialmente no responsables” para posteriormente dirigirse hacia “una adquisición gradual por parte del individuo” de la responsabilidad de sus actos.[xvi]

Toda vez que se señala la agencia humana, es decir la capacidad del individuo para su autodeterminación, estoy de acuerdo en lo general con Dennett. Sin embargo me pregunto  ¿por qué seguir utilizando una expresión como “libre albedrío”, que a todas luces refiere a las cuestiones metafísicas del “bien” y el “mal”, para hablar de la libertad humana? En vez de eso, me uno a Calvino al rechazar un término tan enojoso y prefiero  hablar de agencia humana. Si esta agencia se encuentra dentro de un plan eterno, es evidente que esto no afecta a las decisiones humanas libres.


    2. Connotaciones sociopolíticas de la doctrina

Por último no puede dejar de hacerse alusión a las importantes connotaciones que la doctrina de la predestinación tiene en los espacios público y privado de las sociedades humanas. Es innegable que la enseñanza de la predestinación ha sido utilizada para tranquilizar la conciencia del pueblo oprimido que debe “resignarse” a su situación debido a que las estructuras económicas y políticas han sido “puestas por Dios” (Romanos 13.1). Lo mismo que la estratificación social existente. La predestinación ha corrido mano a mano con aquello que decía Leibniz sobre que vivimos en “el mejor de los mundos posibles” porque si pudiera existir uno mejor, debido a que Dios es perfecto, éste ya lo hubiera creado.

De este modo “el mundo es así” porque “Dios así lo quiere”. Por poner un ejemplo. Una mujer se enferma de cáncer de mama; cuando asiste al médico por molestias evidentes, éste le dice sobre su avanzado cáncer. Empieza entonces un proceso de quimioterapias y paliativos que dependen de las posibilidades económicas de esta mujer y su familia por pagarlos. Esta mujer reflexiona sobre su situación, o bien platica con alguien (amiga, pastor, esposo) con ella sobre el por qué de su situación y la respuesta es la misma: “porque Dios así lo quiso”, “Dios tiene un propósito”, “Dios sabe por qué hace las cosas”, “así lo predestinó”. Automáticamente esta mujer no puede reflexionar críticamente sobre su condición social y económica que tiene detrás estructuras de poder que dan preferencia por la iniciativa privada en detrimento de acciones sociales que conlleven a campañas de información; y más importante, que permitan mediante subvenciones, el ingreso de nueva tecnología médica que no atraviese las tasas de mercado y pueda ser accesible irrestrictamente por quienes la necesitan. En este caso el “Dios así lo quiso” es sin duda un buen tranquilizante social que mantiene muy seguro el statu quo de las clases dominantes.

Tal “Dios así lo quiso” ha sido construido culturalmente por una pedagogía ideológica que encuentra espacio tanto en la reproducción cultural familiar, como incluso en las prestigiadas escuelas “laicas” y aún más en las instituciones eclesiásticas de toda índole que se encuentran bastante de acuerdo en este punto. Enrique Dussel ha entendido dicha pedagogía ideológica como filicidio: cuando los padres matan a los hijos.[xvii] Para Dussel estos son falsos padres que predican un falso Dios (Padre). Dichos falsos padres son las gerontocracias, burocracias, neocolonialismos burgueses, clericalismos, etc. En suma “El Padre, el Estado y las instituciones autoritarias de corte opresivo y castrante”.[xviii]

Si esta pedagogía ideológica afecta negativamente la vida de la gente occidental o cristiana, lo hace aún más con aquellos que se encuentran alejados de tal modelo de “civilidad”. Nos referimos a los Otros culturales: musulmanes, pueblos africanos, pueblos indígenas americanos y australianos, etc. En la construcción del “Otro” cultural, la doctrina de la predestinación ha jugado un papel fundamental. David Little cita al puritano William Perkins, quien entiende que si la predestinación se refiere al grupo de personas que Dios ha redimido en Cristo y por lo tanto son “nuevas criaturas” que poseen sin limitaciones la “imagen de Dios”, entonces “La Iglesia de Dios en la tierra es la más excelente de todas las sociedades”.[xix] 

Así surge la “nueva élite” que tiene a su cargo el dominio de la sociedad. El mejor reflejo de esta pedagogía ideológica se encuentra en el “Destino Manifiesto”, tristemente de corte calvinista, con el que Estados Unidos se considera la fuerza política designada por Dios para salvaguardar las buenas políticas en los países de América (y del mundo). Actualmente esta visión se ha recrudecido con el intervencionismo estadounidense en Irak que es legitimado con un discurso predestinacional en la cual la democracia ilustrada es la mejor forma de gobierno diseñada por Dios, y el American Way of life la mejor configuración cultural. ¿Habla esto de un plan divino?, ¿o más bien refiere a los inexorables intereses que subyacen en cualquier articulación doctrinaria sea teológica, económica o política?


Dussel señala otra consecuencia de esta pedagogía ideológica.
“Que la cultura niegue la exterioridad distintiva del “otro”, mientras que este “otro” era un recién nacido en una cultura diferente. Este niño colonial fue dejado en orfandad, sin padre ni madre, sin su propia tradición, cultura y Estado.”[xx]
De este modo la Iglesia Cristiana, “la mejor de las sociedades” excluye a otras religiones y a otras formas culturales apelando a la predestinación. Aún más las administraciones federales y locales que se sienten defensoras de tal sociedad (El gobierno de Obama o la renaciente Democracia Cristiana en América Latina) creen poder intervenir desde el gobierno “laico” para la manipulación política, social y económica de estos “otros”. Ante tal panorama.

¿Cómo puede creerse aún en la doctrina de la predestinación?. En la última entrega de esta secuencia, se ensayara una propuesta.

4. Este no puede ser el mundo que Dios predestinó 

Notas
[xiv] DENNETT, Daniel, La libertad de acción. Un análisis de la exigencia de libre albedrío, Barcelona, Gedisa, 1992, pág. 16.
[xv] AQUINO, Tomás, Suma de Teología I, Parte I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2001.
[xvi] DENNETT, op cit., pág. 101.
[xvii] GIBELLINI, Rosino (comp.), Frontiers of theology in latin américa, Nueva York, Orbis Books, 1979, pág. 202.
[xviii] Ibíd.
[xix] LITTLE, David, Religion, order an law. A study in pre-revolutionaty England, Nueva York, 1969, pág. 111.
[xx] GIBELLINI, op. cit., pág. 203.

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